martes, 29 de junio de 2010

¿¡Estamos ganando!?


Los medios como representantes de la realidad



Hablar de los medios de comunicación como meros representantes de la realidad social es muy simple y a la vez disfuncional. Muchos han sido los casos en que países enteros han sido víctimas de la tergiversación de información de parte de algunos medios (sino todos) o de, por qué no, la completa desinformación respecto a algún acontecimiento o suceso.

Tal es el caso de Argentina durante la Guerra de Malvinas que se desarrolló entre abril y junio de 1982 en donde la mayoría de los medios, reprimidos por la Dictadura Militar de turno (llámese “Proceso de Reorganización Nacional”) hablaban de un falso triunfo argentino, incierto e inexistente, manipulando a toda una nación tan crédula como ignorante.

La reacción de los medios fue un festival de patriotismo, triunfalismo exagerado y obsecuencia política. La mayoría de las publicaciones tomaron posición triunfalista, aceptando las normativas impuestas por el gobierno al periodismo: no se podía cuestionar la información proporcionada oficialmente.

A la vez, se estableció un sistema de censura previa: Se sugerían lemas: “no tenemos bajas”, “esta es la guerra de todos”, “estamos ganando”, además se prohibió en radios la transmisión de temas en inglés. De esta manera, comenzó un período de difusión masiva de rock nacional, dando lugar a músicos que antes se encontraban prohibidos.

Sólo tres periodistas argentinos fueron a las Malvinas a cubrir la guerra, uno de canal 7 y dos de la agencia estatal TELAM. Los medios oficiales eran controlados por el gobierno y no permitían filtrar ninguna noticia que se opusiera con el discurso de triunfalismo.

Uno de los mejores (y más conocidos) ejemplos de esto es el famoso “Estamos ganando” del conductor del noticiero “Sesenta Minutos” del entonces ATC (hoy canal 7), José Gómez Fuentes que, si bien no fue el único en pronunciarlo, sí lo hizo varias veces por el canal oficialista y hasta se demostró a favor del gobierno de facto.

Las revistas también hablaron de victoria, revistas como Gente o Somos, se llenaron con fotos de chicos de 18 años “dando la vida por la patria”, cuando la realidad era que esos chicos estaban solos y en desventaja total en comparación con los ingleses que tenían una tecnología de armas superior y estaban mucho más preparados y entrenados para la guerra, pero claro, esa parte no se sabría hasta el sorpresivo rendimiento argentino y la vuelta, triste y solitaria, de los sobrevivientes.

“Gente” también publicó en su tapa en uno de sus números la frase “estamos ganando”, sin embargo, las revistas Humor y La Semana no cayeron en este fervor triunfalista pero como consecuencia de tener su propio punto de vista sufrieron censuras y persecuciones a varios de sus periodistas.Una de las situaciones más claras del poder que tenían los medios de comunicación y la gran euforia argentina fue la gran cadena solidaria que se realizó cuando desde ATC se convocó a todo el pueblo a ayudar a los soldados: en 24 horas se recaudaron 22 mil millones de pesos, además de la enorme cantidad de joyas y alimentos que hasta el día de hoy no se conoce cuál fue su verdadero destino.

La falta de información del Estado hacia los medios estuvo ligada de una cierta complicidad de parte de éstos. Los mismos medios que no contaban con otra información más que la “impuesta” eran sumamente conscientes de las mentiras que publicaban pero no les importaba averiguar lo que pasaba realmente ya sea por miedo a las represalias o porque “gozaban” de esa manipulación que hacía feliz a una nación.

Una vez más un pueblo quedó enardecido en el engaño de aquel que debía protegerlo y acompañarlo en su derecho de saber la verdad. Desinformación, manipulación, triunfalismo y acompañamiento a la dictadura: con estas palabras se puede definir el papel que jugaron los medios de comunicación durante la guerra de Malvinas.
El lejano oeste, no tan lejano

Globalización mundial-mundial de fútbol



Las nuevas y crecientes tecnologías han hecho que las personas se sientan cada vez más cercanas de aquello que en otro momento hubieran ignorado y que también se sientan parte y hasta compartan con gente de otros países y distintas culturas acontecimientos que ocurren en la “otra parte del mundo”. Todo esto hubiera sido imposible de ocurrir de no existir el fenómeno llamado “Globalización”.

La premisa fundamental de la globalización es que existe un mayor grado de integración dentro y entre las sociedades, el cual juega un papel fundamental en los cambios económicos y sociales que están teniendo lugar en el mundo entero.

Un ejemplo de esto es el mundial de fútbol que acontece cada cuatro años y que en esta ocasión se disputa en Sudáfrica en donde se puede ver a miles de personas de distintos países conviviendo en una misma ciudad dejando ver cada uno sus culturas y rituales propios como cábalas para que sus equipos seleccionados ganen los partidos.

Años atrás, la situación hubiera sido muy distinta ya que muchos de los aficionados hubieran tenido que conformarse mirando los partidos por TV (si es que tenían televisor) y no hubieran podido llegar hasta los estadios de fútbol aunque “el mundial” se disputara en su mismo país, lo que hacía que la pasión y el interés en el fútbol no sea el mismo que en estos tiempos.

Hoy esto ha cambiado, la gente llega en avión a ver los partidos, las empresas de turismo ofrecen “paquetes especiales” con “precios promocionales” para que se pueda viajar en familia sabiendo de antemano los lugares y hoteles a los que se va a acudir y además hacer un tour para conocer la ciudad de destino.
A su vez, las transmisiones de los partidos y las “previas” a ellos de parte de los distintos medios de comunicación que se encuentran instalados en la “ciudad del mundial”, muestran a las personas que miran televisión los distintos estadios y las calles repletas de gente de diferentes países, cada uno “con sus colores respectivos”, su euforia y sus cantos alegóricos, haciendo que el espectador se centre en ese canal y pueda sentirse parte de ello.

Respecto a los jugadores, la mayoría de los seleccionados juegan en el extranjero (si bien representan a su país en este momento) mientras que los únicos países que tienen a sus jugadores en equipos locales son Inglaterra e Italia. Distinto es el caso de los directores técnicos ya que algunos manejan selecciones de otros países, que pueden enfrentarse a los suyos.

Pero la imagen más vívida de esta globalización puede verse en la confluencia de 32 países y sus respectivos fanáticos unidos por una misma pasión pero con la exaltación propia del patriotismo nacional, pasión que también se observa en la emisión de imágenes locales no sólo de los países participantes, sino también del resto del mundo.

Es difícil encontrar un fenómeno más actual de globalización y de efectos políticos indirectos. Basta con ver el espectáculo de la televisión mundial, calculada en miles de millones de espectadores acumulados, más el de los diarios, y contemplar la convivencia pacífica en Sudáfrica de las diversas culturas mezcladas en un “crisol de razas”.

jueves, 24 de junio de 2010

Ley 26.522 “Ley de medios”


La historia sin fin

El tema sobre la ley de medios de comunicación audiovisual ha traído (y trae) controversias desde fines del año pasado por su apresuramiento para elaborar una nueva ley que vendría a derogar la antigua Ley de Radiodifusión elaborada en 1980 durante la última dictadura militar argentina y por los cruces contraídos entre el Gobierno y el Grupo Clarín.

Lo cierto es que, apresurado o no, la nueva ley intenta disolver a los multimedios que, haciendo uso de su gran concentración de poder, condicionan la pluralidad informativa y el espacio público transmitiendo un mensaje único a las personas y obstruyendo toda posibilidad de libertad de la misma.

Es por este motivo que resulta urgente la aprobación de una nueva ley de medios que pueda respetar las diversidades defendiendo la libertad de construir empresas periodísticas como garantía de pluralismo.

Los medios de comunicación de masas generan opinión y marcan tendencias y muchas veces imponen los temas de la agenda política incidiendo en el funcionamiento de las instituciones, obteniendo de este modo, cada vez mayor poder e influencia en la toma de decisiones políticas de la nación argentina.

Muchos multimedios, como es el caso del grupo Clarín, se han refugiado bajo el falaz argumento de que con la aplicación de la nueva ley desaparecerían radios y canales de cable y miles de periodistas quedarían sin trabajo; esto no es así, nada desaparece, sólo que ese medio será comprado por alguna persona y de esta manera se estaría evitando la concentración de poder deshaciendo un oligopolio.

Bajo el lema ”ley de medios k” varios multimedios y grupos opositores, han mostrado su desacuerdo frente a la ley que se intenta legitimizar desde fines del año pasado con la idea de que favorece al Gobierno Kirchnerista que lo único que pretende es desbaratar monopolios para hacer otros que convengan al Estado.

A fines de 1989 se derogó el artículo 45 de la Ley de Radiodifusión 22.285 que prohibía a las empresas periodísticas gráficas el acceso a la Radio y la TV, artículo que cabe destacar de la “ley dictatorial de 1980” ya que el fin era evitar la concentración de poder e información en un mismo medio.

Durante la década del ’90 y con el apoyo del ex presidente Carlos Menem, el diario Clarín se fue convirtiendo en un grupo poderoso que logró una posición de liderazgo en el mercado argentino y latinoamericano, adquiriendo contenidos audiovisuales como canal 13, radio Mitre, señales de cable, producción cinematográfica y distribución de TV como Multicanal, Cablevisión y Direc TV entre otros.

Además de éste, algunos de los principales multimedios son: Diario La Nación (revistas Ahora Mamá, Rolling Stone), Editorial Atlántida (revistas El Gráfico, Gente, Para Ti), Editorial Perfil S.A. (revistas Noticias, Caras, Weekend), Grupo Vila-Manzano (Supercanal, canal 7 de Mendoza, canal 6 San Rafael).

Más allá de la opinión que se tiene sobre el Gobierno actual, si se está a favor o en contra de las políticas implementadas hasta ahora, hay que analizar la nueva ley, detenerse artículo por artículo (aunque suene aburrido) para entender de qué se trata y qué es lo que conviene para no quedarse sólo con lo que se escuchó en tal o cual medio.

Desde los distintos sectores políticos, pasando por grupos de multimedios hasta actores y músicos famosos se han encontrado distintas opiniones y argumentos que dan cuenta de una postura tanto a favor como en contra a cerca de la ley 26.522 “nueva ley de medios”.

Ésta ley, entre otras cosas, reglamenta un mínimo requerido de producción nacional garantizando el cine nacional en la televisión; se otorgan licencias por 10 años con posibilidad de renovar por otros 10 años más, luego habrá concurso; en el orden nacional las licencias llegarán a 24 siempre y cuando sea en distintas locaciones.

Se reserva el 33% de las localizaciones radioeléctricas planificadas, en todas las bandas de radiodifusión sonora y de televisión terrestres, en todas las áreas de cobertura, para las organizaciones sin fines de lucro. Además, los pueblos originarios serán autorizados para la instalación y funcionamiento de radios AM y FM así como de señales de televisión abierta.

Escuchar “las dos campanas” y emitir una opinión, elaborar una idea y argumentar una postura, sólo de esa manera se logra evitar que ese mensaje único que transmiten los medios no se convierta en una simple posición que sólo refleja la repetición de información (verdadera o incierta) de lo que se escucha, se lee o se ve, o las tres cosas juntas.

Hace ya varios años los medios de comunicación han dejado de ser el “cuarto poder” que venía a proteger a los ciudadanos y a evitar el abuso de los otros tres para ocupar uno de ellos y de esta manera servirse a sí mismo, a su criterio y en pos de sus conveniencias de acuerdo a las competencias de mercado.

La cuestión sería, entonces, que el Estado garantice el respeto y cumplimiento de los derechos de las personas obligando a que se cumplan las leyes y así evitar la concentración de poder cumpliendo de esta manera su rol como tal. Lograr una armonía entre el Estado y los medios de comunicación para que ambos garanticen la libertad de información y de expresión como debe ser en un país democrático como lo es la República Argentina.